No me gustan los documentales de La 2. Lo reconozco, lo de ver a los animales en la naturaleza tiene su gracia, pero estar durante varios minutos observando cómo una leona trata de cazar con una voz monótona relatando la gran hazaña me parece un aburrimiento. Pero con esto no quiero decir que la televisión no pueda ser educativa a la par que entretenida. De hecho, abogo porque así sea y considero que en los últimos años el contenido de la pequeña pantalla ha evolucionado dando un paso adelante en esa dirección. No sé si será por mi edad, por mis aficiones o porque realmente estamos viviendo una verdadera revolución, pero creo que al menos podemos apreciar un cambio.
Si bien es cierto que los programas de prensa rosa o amarillista están a la orden del día, que los informativos son cada vez menos objetivos y más sensacionalistas y que las audiencias se vuelven locas por la telebasura, veo motivos para el optimismo. Un ejemplo de ello son los realities. Gran Hermano cada vez tiene menos audiencia y la última edición de Operación Triunfo fracasó estrepitosamente. Fue una moda, los más fatalistas auguraban un futuro carente de privacidad y han tenido que reconocer que era una moda pasajera. Nos gustaron los realities porque sabíamos que era ficción y jugábamos a creérnoslo. Pero también nos cansamos. Hoy día, el boom en la “tele” son los documentales. Y no los de animales de La 2 que decía al principio sino programas como “Españoles por el Mundo” (TVE), “¿Quién vive ahí?” (La Sexta) o “Callejeros” (Cuatro), que incluso rondan más el género de reportajes. Y el cambio es para bien. Vale que también serán una moda pasajera, pero las modas también reflejan al público que las sigue y yo no creo que sea lo mismo que nuestra televisión emita “Supervivientes” (Tele5) a que se programe “Super Nanny” (Actualmente Divinity), pues, aunque ambos pueden calificarse como realities, las distancias son abismales.
Con este post quería hacer una defensa a la televisión, que siempre es tan duramente criticada. A veces no nos damos cuenta de que, aunque haya que escarbar, tenemos algo potencialmente bueno entre manos. Las series son cada vez de mayor calidad, incluso en España poco a poco vamos evolucionando y aprendiendo. Cada vez hay más canales, yo hago un llamamiento para que no se hagan reproches indiscriminados a la pequeña pantalla, pues, como todos sabemos, la tecnología no tiene culpa de nada, sólo el uso que le demos. Ellos y nosotros.