Mi abuelo materno falleció hace ahora un año. Él fue quien me enseñó a dibujar y a disfrutar de la lectura y de la vida.
Su mujer, mi abuela, tiene alzheimer desde hace cuatro años y él pasó los tres primeros sin apartarse de su lado, igual que había estado con ella los cincuenta años anteriores. En enero de 2010 entraron en una residencia preciosa y él andaba ilusionado: por fin podrían estar juntos con la tranquilidad de saber que ella iba a estar perfectamente atendida. Además, hizo varios amigos y salía a pasear cada día.
Pero esta felicidad poco exigente no le duró: a los tres meses de entrar, salió al hospital y ya no volvió. Y aún así yo creo que tuvo suerte, que tuvimos suerte: yo era su nieta favorita y justo conocí a mi novia medio año antes de que él muriera. Ella es médico y mi abuelo la adoraba.
No hizo falta una explicación, ningún tipo de 'outing': mi abuelo sabía querer y sabía quererme. Por eso quiso a mi chica. El otro día soñé con él y pude contarle que Sandra y yo somos muy felices juntas, que nos vamos a casar. Mi abuelo sonreía en el sueño como en la vida real.
Empecé diciendo que me enseñó a dibujar; ahora sé que también me enseñó a querer, a quererme, a ser feliz.
No puedo ser objetiva, pero haciendo el esfuerzo... la historia es linda, buen ritmo, bien narrada, pero sobretodo llena de amor, ese que se trasmite de la lectura al corazón como una flecha precisa, deseo que abra sonrisas y lágrimas. Enhorabuena.
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